jueves, 17 de octubre de 2013

Cuestión de rodillas

Desde que empezó la pretemporada, cada mañana le dedico unos minutos a analizar las estadísticas de los partidos jugados la madrugada anterior. De este modo puedo hacerme una idea (aunque tal vez no sea demasiado certera de lo que veremos en Temporada Regular, teniendo en cuenta que la pretemporada es eso, pretemporada) de qué caminos pueden seguir cada uno de los equipos y jugadores de la NBA.

Pues bien, ayer repasando las estadísticas que nos dejó el Miami Heat-Washington Wizards, mi mirada se detuvo unos segundos en el nombre de Greg Oden. En sus casilleros nada especial. Una fila llena de ceros que no invitaban a nada básicamente. Pero ahí me detuve por un corto espacio de tiempo. Aunque continué con el repaso a la jornada, la "melona" ya había empezado a cavilar entorno al tema que abordo en éste artículo.

Me vino a la cabeza la ausencia de Derrick Rose unos días antes en Río de Janeiro, aunque después de las declaraciones de John Paxson, y la actuación del propio Rose ayer (22 puntos en 22 minutos), dejan entrever que no fue más que un susto. Eso sí, para un seguidor de los Bulls como yo, os aseguro que estos sustos no son nada buenos. Sobretodo para el corazón. Y la verdad es que en los últimos años, la plaga de lesiones de rodilla está mermando notablemente el gremio de la NBA. Rose, Ricky Rubio, Rondo, Gallinari, Bynum, Lou Williams, Iman Shumpert, más recientemente Westbrook... Una grupo extenso de jugadores que debido a sus ausencias, limitaron, limitan o limitaran sus respectivos equipos. Una zona bastante castigada en el baloncesto. "Bendita" rodilla...

Y entre pensamiento y pensamiento, me vinieron también a la cabeza unas declaraciones del gigantón Oden sobre su esperado regreso:

“Mi siguiente paso es poder participar en los ejercicios de cinco contra cinco y estar ahí fuera en la cancha con mis compañeros. Me alegro mucho de cada pequeño paso que doy. Lo único que quiero es volver a jugar e ir a más y a más. Volver a notar mis piernas y correr la pista. Espero poder disputar algunos minutos [en partido oficial] en un par de semanas”.

Con sus declaraciones sobre la mesa, y teniendo en cuenta su reciente pasado, la verdad es que ya va siendo hora de que el destino le dé un respiro. Es más, particularmente pienso que sería un aliciente y un plus para la liga que a un pívot con sus características y su historial (Nº1 del draft que vió nacer a un tal Kevin Durant) empezaran a irle bien las cosas y pudiera intentar llevar a cabo lo que mejor sabe hacer, jugar al baloncesto. Pero también es cierto que en su historial sigue grabado a fuego sus problemas de rodillas (tan solo ha jugado 82 de los 392 partidos que podría haber disputado bajo contrato). Y es aquí donde me vienen a la cabeza varios nombres. Jugadores de la talla de Tracy McGrady, Michael Redd o Brandon Roy. Carreras que se vieron frenadas en seco por culpa de lesiones de rodilla. Esa fatídica articulación. Precisamente el caso de Roy es el más catastrófico que recuerdo en los últimos años. Ha sido un continuo querer y no poder. Dos retiradas en tan solo 7 temporada son suficientes para retratar el calvario que ha pasado un jugador que ha demostrado sobradamente su calidad y progresión en la NBA. Casualidades de la vida, tanto Oden como Roy coincidieron en el mismo equipo, y si la cosa hubiera ido medianamente bien, quien sabe si ahora mismo estarían formando un gran quinteto junto a Lamarcus Aldridge, Nicolas Batum y Damian Lillard.

A lo que quiero llegar es que, la calidad al fin y al cabo está supeditada a las condiciones físicas del jugador. Incluso la voluntad lo está. Es lo que tienen los deportes. Ni las ganas con las que volvió Brandon Roy tras su primera retirada fueron suficiente. Preguntas como ¿Hasta dónde hubiera llegado Roy si sus rodillas no hubieran dicho basta? o ¿Hubiera conseguido T-Mac un anillo si las lesiones no hubieran mermado su rendimiento? nunca tendrán respuesta. La historia ya está escrita.

Las lesiones siempre formarán parte de la NBA. Componentes intrínsecas que oscurecen todo lo bueno y grande que es este deporte. Al final, no podemos evitar que haya más "casos Roy" o más "casos Oden". Tal vez lo único que podamos hacer como espectadores es agradecerles a cada uno de estos "desdichados", el granito de arena que aportan a éste show, por pequeño que sea. Ese granito de arena, que hubo días en los que parecía querer convertirse en piedra y nunca lo será. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario